La mojama hace acto de presencia acompañada de sus almendritas tostadas como mandan los cánones.
Con esta foto robada a mi amiga y fotógrafa Vanessa ponemos fin a la comida, un refrescante postre muy apropiado para bajar lo que hemos engullido.
No será sin acompañarlas de Nectar que Julio nos trae, un Pedro Ximénez de González Byass que endulza más nuestro excepcional día en Sevilla.
Un pequeño paseo por el centro de la ciudad nos lleva al mismo corazón de Sevilla, justo delante de la catedral, subimos hasta la última planta del hotel EME CATEDRAL un hotel de última generación y espíritu de la modernidad que rompe el clasicismo de la capital andaluza. Tomamos algo en su terraza diseñada de forma muy original en diferentes escalas ganadas a diferentes edificios. Piscina, barras y una música genial con Dj en vivo componen este puzzle contemporáneo donde tomamos unos mojitos.
Esta terraza no es una de las más frecuentadas de Sevilla únicamente por sus buenos mojitos y su mejor música, las vistas desde su atalaya son la mejor postal de la ciudad, su inmensa Giralda rematada por el Giraldillo te quita la respiración. Abajo como hormigas extranjeros de todas las nacionalidades se afanan por entrar en la catedral, al fondo los conductores de los carruajes de caballos que tanto color y personalidad dan a la ciudad intentan hacer su agosto.
Seguiremos paseando por la Avenida de la Constitución para admirar en su esquina más famosa el edificio que tiene en su planta baja una de las confiterías más famosas, Filella.
Tendremos que andar un poco más, quiero llegar hasta la Plaza de la Campana para que mis amigos prueben algo que me gusta especialmente, se trata de un pastel de turrón que hacen en el impresionante templo del pasado confitero, la Confitería La Campana, fundada en 1885. Para los amantes de los helados también tienen uno de turrón muy especial. Aquí encuentro muchos recuerdos de años pasados, en una pequeña pensión justo al otro lado de la calle viví durante unos meses hasta que alquilé una casa en el barrio de Triana, por supuesto muy cerca de su famoso mercado donde me gustaba admirar sus montañas de manteca y manteca colorá o sus pescados como las acedias o platitja entre otros.
Algunas nubes se asoman por el cielo cuando llegamos al Parque de Mª Luisa y sorprendentemente hasta tenemos la oportunidad de ver llover en Sevilla, no recuerdo la última vez que pude ver esto. La Plaza de España se muestra esplendorosa después de su última rehabilitación.
El atardecer se adueña de La Plaza de España y mis recuerdos se borran con el fin de la luz solar, es hora de poner rumbo de nuevo al centro, los últimos extranjeros rezagados siguen intentando robar alguna foto de este impresionante monumento.
Con el cielo tornando a colores rosas y rojizos partimos a nuestra siguiente cita gastronómica elegida por nuestro cicerone sevillano.
La elección es un clásico de la ciudad con 25 años de existencia que descansa en la Muralla de Los Reales Alcázares, entramos en el Restaurante Egaña Oriza. Nuestro cicerone ha preparado el menú y aunque llevamos todo el día comiendo todos hacen el último esfuerzo. El primer plato será un Foie Gras.
Para seguir una Ensaladilla Rusa rematada con gambas.
Pescaditos fritos
Unas Croquetas y tocaremos fondo. Hora de copas en la Plaza nueva y allí vamos.
Pero la noche acaba de empezar y la ciudad nos tiene reservadas algunas sorpresas, junto al Ayuntamiento vemos mucho movimiento de gente y nos encontramos a un tropel de fotógrafos haciendo fotos a guapas modelos vestidas de faralaes, japoneses, chinos y extranjeros de todas las nacionalidades admiran fascinados el espectáculo.
Y a unos metros otro espectáculo callejero, son uno de los más importantes grupos de chirigotas de la ciudad que con el apoyo de las inmensas paredes del Ayuntamiento ganan la suficiente acústica para hacer las delicias de los que se paran a escucharles.
La noche no querrá terminar, en esta ciudad hay marcha para dar y tomar.
Partimos muy pronto y se impone visitar la judería, hace más calor que ayer pero es pronto y se aguanta bien, nuestra ruta nos regala algunas postales de la parte más antigua de la ciudad.
Patios, murallas arabes, jardines, naranjos, magnolios y azulejos del pasado se cruzan en nuestro camino mostrando todo su esplendor y demostrando que el tiempo no pasa para esta ciudad sorprendente.
Nuestro tiempo se termina pero nos negamos a comer un insulso bocado en la estación del AVE o en el propio tren, últimos minutos a la carrera para tomar unos montaditos de carne algunos y de calamares otros, será en otro de los clásicos de la ciudad Álvaro Peregil.
Un diminuto bar en el que se puede tomar una rica manzanilla, un desconocido vino de naranja y otras delicias de la tierra acompañados de sus famosos montaditos. Un lugar que no tiene desperdicio, hasta su baño en genial.
Y con un brindis de este vino Nectar de González Byass, creado y nacido bajo el radiante sol de Andalucía despido a esta tierra que antaño me acogió y me regaló la simpatía y alegría de esta buena gente que siempre regala sonrisas ¡SALUD!.
Mi recuerdo y cariño para nuestro especial cicerone y para todos los amigos que me han acompañado en esta aventura y que continuará próximamente en el País Vasco, contando los días estoy…