Hoy subo de nuevo a los más alto de Barcelona, casi rozando el Tibidabo para mostraros uno de esos restaurantes escondidos, bajo un manto vegetal que guarda una bonita historia y una cocina auténtica, es el Restaurante La Balsa.
Si no fuera por el cartel que muestra la entrada uno lo pasaría de largo al llegar a la dirección, es uno de sus encantos, el siguiente será su enorme puerta de hierro con una araña gigante.
Este espectacular restaurante comenzó su actividad en 1979, Memé y Antonio López de Lamadrid, gerente y propietario de Tusquets editores lo hicieron posible con la ayuda de la familia Güell. Óscar Tusquets y Lluís Clotet, tomaron la buena decisión al comenzar el proyecto de conservar los muros de piedra de la balsa original de regadío y crear una estructura de madera. Semejante decisión y un proyecto arquitectónico realmente bello le valieron el Premio FAD de arquitectura en 1979.
Dos envidiables terrazas, la de verano orientada al norte cubierta de árboles y vegetación, y la de invierno, conforman este lugar tan especial.
El calor de agosto me invita a disfrutar de un blanco en mi comida, será OLIVER CONTI INDISPENSABLE BLANC 2020 – D.O.P, Empordà, elaborado con las variedades Macabeo, Sauvignon blanc, Muscat y Garnacha Blanca. Notas florales y de unas agradables frutas dulces y tropicales.
No puedo empezar de otra manera, `Pan de coca de Folgueroles con tomate de colgar´ aquí se resume mi infancia y parte de mi herencia cultural gastronómica, simplemente lo más sencillo me hace feliz.
Tampoco puedo dejar pasar en la carta unos `Mejillones al vapor con leche de coco, limón y chili´, de roca por supuesto, buena y agradable interpretación que fusiona cocinas del mundo.
Y de nuevo mis recuerdos en el plato, el insigne plato de los días de fiesta en casa de mi abuela, cumpleaños, santos y fiestas de guardar siempre tenían los canelones como protagonistas, aquí su original versión es un conseguido `Canelón de pularda con salsa de foie y trompetas de la muerte´.
Me tiro de cabeza a otro clásico al que le dan también su personalización, son unos `Buñuelos de bacalao con miel de naranjo´, me han gustado pero los que buscan el buñuelo clásico de bacalao lo encontrarán muy dulce.
Su carta se viste con dos arroces…
Me quedo con el impecable `Arroz caldoso de bogavante´, poco hay que añadir a un clásico de nuestra cocina que aquí saben hacer.
Aunque su carta de postres tiene varias sugerencias que me llaman decido quedarme con su `Torrija con helado de leche merengada´, puedo decir que alcanza una buena posición en mi ya inmenso ranking mundial de grandes torrijas.
Un lugar digno de ser conocido por su arquitectura y cocina.