Viajar a Valencia es predisponerse a ver y sentir el mar, pero hay formas y formas de ver el mar. Hoy regreso al Restaurante La Sucursal, al que ya dediqué mi palabra en este espacio gastronómico. Regreso para ver su nueva y espectacular ubicación en el edificio Veles e Vents, junto al mar, en una de las nuevas joyas arquitectónicas de nuestro país que mira, respira y siente el mar Mediterráneo, toda esa fuerza se transmite en los platos del nuevo proyecto de la familia Andrés Salvador.

El edificio Veles e Vents Valencia fue diseñado por los arquitectos David Chipperfield y Fermín Vázquez, está situado frente a a la playa a la Marina, es motivador, aéreo y no interfiere de forma negativa en la zona, es sencillamente espectacular.

Nos recibe Javier Andrés para mostrarnos el edificio en toda su dimensión. Desde su apertura en Copa América 2007, que fue la primera vez que vi este edificio, ha llovido mucho y mucho ha cambiado por dentro gracias a la unión del Grupo La Sucursal y Heineken, lo abrazan ahora gastronomía, ocio, cultura y formación.

Nos muestra en primer lugar Mala Bar, un bar donde la cerveza es la protagonista, transgresor y diferente, es el lugar ideal para tomar algo en un espacio informal.

El segundo espacio es La Marítima, donde reina la Cocina mediterránea y de mercado con una amplia oferta en arroces y pescados frescos que el cliente puede escoger directamente del mostrador y que se elaboran al horno de leña.

Un decoración, que quiere recordar el paisaje tradicional de la Huerta Valenciana y la cálida luz de sus costas, se consigue con grandes ventanales que recorren la dársena, todo un espectáculo que permite ver la entrada y salida constante de veleros, barcos de pescadores y toda la actividad náutica de la Marina real.

Para terminar y después de ver también las instalaciones de la Escuela de Hostelería Fundación Cruzcampo que se encuentran en este edificio nos dirigimos al Restaurante La Sucursal.

Se encuentra ubicado en el ático del edificio con unas fastuosas vistas  360º de la ciudad, la dársena de la marina, el puerto y la playa de la Malvarrosa. Un espacio intimista y minimalista. Su propuesta gastronómica bebe de la tradición de la cocina mediterránea desde una visión personal, creativa y contemporánea.

Comenzamos nuestra experiencia con una Manzanilla Pasada Pastrana que nos sirve Cristina Andrés, hermana de Javier y jefe de sala.

Aperitivo atrevido, entrando con toques dulces, un guiño a Valencia y sus naranjas. Un entrante con categoría de postre, pero que a mi me ha gustado en esta posición, es arriesgado y singular pero funciona.

Entrada en escena un pan artesano, como espero en todo restaurante de alta gastronomía, me cuenta Javier que lo hace el reputado paradero valenciano Paco Roig.

Y cambiamos de vino para viajar ahora a Champagne, será ahora con un André Clouet, Brut Millésime 2008.

Los primeros entrantes son  Estrella de mar, quisquilla y salicornia y Bocado de chipirones y mayonesa de yuzu. Si el juego de texturas de la estrella con sabores a mar por los cuatro costados y esa emocionante quisquilla me gustan, y mucho, quiero meter el diente a la segunda propuesta.

Alguien que tiene sangre asturiana y que nació y vivió en el Madrid como yo, con solo oír el nombre de bocadillo de calamares, se emociona. El nombre de este bocado, Bocado de chipirones y mayonesa de yuzu, y en efecto no me defraudan. Sugerente con el gusto del chipirón en crudo, con un pan muy cuidado y la nota cítrica que tan bien le va. Delicioso.

Brioche de brandada de bacalao, yema de cordoniz y papada ibérica

Salto de línea para pasar a un Tomate en rama en tempura Curry Rojo.

Otro brillante plato de cefalópodos, Calamar de playa en tartar con dentelle de su tinta, expresión en crudo de un plato que es acertado con la coronación de la vaina crujiente.

Al mar regresamos con una Ventresca de Atún Rojo Balfegó con jugo de pimientos asados, sutil, con la suave grasa de este espectacular atún que llena las papilas gustativas de sabor.

Y nuestro viaje marítimo continúa con unos Callos de Mar con habitas.

Con un mero al jugo de tomates ponemos fin a nuestro viaje marítimo.

Y como suele ocurrir en muchas ocasiones del plato más sencillo nace un plato estrella, es el caso de la concepción de este humilde pero genial sugerencia, Patatas asadas con tuétano. La potencia del tuétano y su grasa de sabor rotundo manda sobre unas sutiles patatas que le dan el equilibrio que el plato necesita. Para repetir sin parar.


Comer en esta casa y no probar el arroz, que ha pasado de generación en generación, es un acto como poco ingrato y una falta de respeto, así que no ponemos ni un pero a su impresionante «Arroz meloso de rabo de toro y judía tierna»

Y llegamos al final de nuestra experiencia, aunque el menú original consiste en más platos y algunos han cambiado desde que yo los probé os muestro uno de los postres, «Helado de Aguacate y ceviche de Mango«. Otro punto refrescante para acabar un día de verano con plena satisfacción.

Tiempo para que Javier nos cuente anécdotas y más cosas sobre este proyecto que una gran familia lleva con esfuerzo y dedicación y amor a su ciudad, recuperar este espacio les honra y se merecen triunfar porque su proyecto es ilusionante, emocionante y sincero.

Adoro a estos hermanos y me encanta ver cada idea que levantan, siempre creativa, siempre genial, muy pronto os contaré aquí otro capítulo de la vida de los Andrés Salvador.

Soy de esos a los que no les gusta despedirse de las persona que aprecia, aquí me siento en casa con el cariño de Javier y su familia pero mi ruta como siempre debe continuar y tengo que poner rumbo al siguiente destino, prometo regresar para escribir otro capítulo de mi ruta gastronómica y humana. El formidable edificio también me despide, se tiñe ahora de verde, mi color ¿será una coincidencia…?

 

LA SUCURSAL RESTAURANTE
Ático Veles e Vents
Muelle de la Aduana s/n. 46024 Valencia
T (+34) 963 746 665
info@restaurantelasucursal.com
www.restaurantelasucursal.com