Aún recuerdo el día que conocí a Tajiri Nobuyuki, me fascinó su capacidad de manejar un atún de más de 200 kilos con un simple movimiento, le recuerdo sacando sus enormes cuchillos para hacer el kaitai o ronqueo, y desde entonces le llamé el samurái del atún, sus cuchillos como katanas cortaban prodigiosamente y con total precisión enormes lomos del preciado atún rojo. Recuerdo también que nada más conocerle tuve que ir a hablar con él y preguntarle mil y una dudas que tenía sobre sus cortes, sus cuchillos, su vida…
Desde ese día le tuve un respeto absoluto y me gustaba charlar con él sobre la vida, que no es poco, sobre nuestras hijas, sobre nuestro trabajo, sobre tantos proyectos que compartimos en nuestro día a día junto a Balfegó y todo su equipo, nunca escuché una mala palabra sobre él, toda la familia Balfegó lo quiso siempre.
Y junto a la familia Balfegó viajamos por todos los rincones de nuestra geografía, congresos, ferias, eventos, formaciones, exhibiciones, siempre dispuesto, siempre con su apreciada maleta de cuchillos que yo miraba con la admiración del que querría saber hacer uso de ellos con su magia, con su capacidad aprendida con la tenacidad y exigencia que se impone todo japonés que se precie de serlo.
Y siempre me pregunté lo mismo ¿cómo puede manejar ese impresionante animal con lo delgado y frágil que parece? todo un misterio que nunca tuvo respuesta, precisión, equilibrio, conocimiento, saber…
En cada ciudad un reto, introducir un impresionante animal que no es nada fácil de manejar en un hotel, restaurante, sala. Solo Tajiri sabía en cada momento como hacerlo y dejaba a todos pasmados con sus conocimientos, nunca se equivocaba.
Y en cada kaitai asombraba a todos los presentes, se convirtió en el ´japonés de Balfegó´ toda una celebridad al que chefs y profesionales querían conocer y ver en acción.
Juntos nos subimos en muchos escenarios de nuestro país y siempre tuve el placer de presentarle, y nunca me cansé de hacerlo, su humildad me iluminaba cada vez que entrábamos en acción, no le gustaba hablar en directo.
Pero nunca fue un problema, el equilibrio con Juan Serrano, director general de Balfegó, y todo el equipo de la empresa compensaba su silencio, necesitaba estar concentrado en su trabajo, siempre lo entendí.
El nutrido público que llenaba siempre las salas agradecía sin saberlo su silencio, su máxima concentración en lo que hacía, los comentarios de grandes chefs siempre se dirigían a esa precisión y concentración.
La pandemia que todo lo paró nos impidió seguir nuestros viajes, subirnos a más escenarios, el día 1 de julio de 2020 fue la última vez que pudimos estar juntos en directo en Madrid ante los más reconocidos cocineros y periodistas del país en un evento que nunca olvidaré ya.
Así le quiero recordar, Tajiri se marchó ayer día 1 de marzo día de su cumpleaños, supongo que a ese lugar donde los más grandes van, donde pueden seguir viajando, no creo que cuando me llegue la hora me dejen ir a ese mismo lugar pero me haría mucha ilusión, me gustaría seguir subiéndome a escenarios flotantes junto a Tajiri y seguir enseñando y formando, poco se puede pedir más. Mientras llega mi momento yo seguiré subiendo montañas, pasión que compartíamos, y desde lo más alto miraré entre las nubes por si te veo navegando entre atunes, ¡¡¡¡buen viaje amigo!!!!!
En memoria de Tajiri Nobuyuki