Hoy visito uno de los templos gastronómicos de la capital española, el Restaurante Sacha, no sin antes definir la personalidad de este espacio que viene dada por su propietario, Sacha Hormaechea, hijo de Carlos Hormaechea y Pitila Mosquera, ellos abrieron este restaurante en 1972, sus padres uno vasco y ella gallega dieron como fruto la fusión de dos de las mejores cocinas de nuestro país.
Sacha hace de este pequeño, pero absolutamente acogedor restaurante, uno de los restaurantes más deseados de Madrid, en su sala podemos encontrar cocineros, sumilleres, grandes empresarios, artistas, la suma de gente con buen paladar y experiencia gastronómica que acude aquí para disfrutar con garantía día tras día.
Nos recibe con su botella personalizada de AGUAVIVA.
Primera propuesta de Sacha, no queremos ver la carta, estamos de que el gran Sacha nos hará viajar por sus caminos de verdad gastronómica. Y así nos pone una impresionante Ostra Escabechada. Y sorprende hasta a los que dicen no gustarles las ostras, un escabechado finísimo potencia la esencia de mar de este exquisito molusco.
A continuación otro molusco que nos emociona nada más entrar en boca, será una rica zamburiña, una vez más Sacha demuestra que cuando el producto es excepcional y se respeta sin intervención agresiva el éxito está garantizado.
No será la zamburiña el último molusco, unas navajas al estilo Sacha nos hacen saltar las lagrimas, la emoción empieza a escalar cotas insuperables.
Para los que consideramos que el erizo es el máximo exponente del sabor a mar, yodo en estado puro, el siguiente plato te quita las palabras, no hay nada que decir, Sacha es de lo más grande de las cocinas de nuestro país, lo dice su lasaña de erizo de mar.
Pero por si acaso el mar no había aún inundado nuestros paladares Sacha nos propone otra delicia, anguila ahumada con puerro confitado,
Acompañamos nuestra comida con un vino Licinia, Vino tinto Reserva. 12 meses en barrica de roble francés.D.O.: Vinos de Madrid, Variedad: Cabernet Sauvignon, Tempranillo, Syrah.
A continuación un clásico de Sacha, su mágica tortilla de trufa, el chef aquí aúna la sutilidad de una fina tortilla de patatas donde el huevo es protagonista sobre unas patatas fritas a nuestro entender perfectas, y donde la reina de los hongos, una excepcional trufa le da a todo carácter y sentido. Tubérculo y hongo nacidos en la tierras ambos y unidos por la cremosidad y aglutinante finísimo que es el huevo.
No quiere dejarnos marchar Sacha sin probar una de sus carnes, un original tataki que el llama «Patxitaqui de carne con anchoa y piparra«, de nuevo nos deja sin palabras, de nuevo el producto manda, aderezar con sentido, criterio y el mejor de los gustos es lo suyo.
Última propuesta en los principales antes de entrar en el postre, será con un Tuétano con pan cristal, potencia de sabor para un tuétano elegante y equilibrado que al untar en el pan cristal se hace más emocionante aún.
La famosa tarta dispersa con nata de leche fresca cierra esta espectacular cena con el inconfundible sello de Sacha, un sello que define la sinceridad gastronómica, productos excepcionales bien cuidados, con cariño, sin tocarlos más de lo necesario y aportando siempre sabor al sabor.