Con el motivo de conocer el proyecto SENSACIONES EN SIGÜENZA: JAZZ, VINO Y GASTRONOMÍA he viajado a Sigüenza para conocer tan interesante proyecto que tendrá lugar este puente de mayo. La propuesta de gastronomía y alojamiento seguirá después de este puente, os recomiendo venir y disfrutarla.
Francisco Mejorada, creador de ‘Sonido Manhatan’, el programa de radio cuyo objetivo es la difusión del Jazz Vocal y que se presenta en vivo en las salas de Madrid, también tendrá presencia en este I Festival de Jazz de Sigüenza de la mano de la Big Band de Pinto, un conglomerado de profesionales y amantes de Jazz que han consolidado una gran popularidad gracias a su labor de acercar el Jazz, sobre todo, a los más pequeños de la familia.
Los conciertos sonarán en armonía a ritmo de swing con los vinos de tres reconocidas bodegas: Azpilicueta D.O.C. Rioja, Hijos de Alberto Gutiérrez de Rueda y Alejandro Fernández del Grupo Pesquera, con los vinos Vínculo y Alejairén de La Mancha.
Y es que los amantes de la música, el vino y la gastronomía no sólo encontrarán Jazz en el Teatro Auditorio El Pósito, donde se celebrarán los conciertos, sino también en todos los rincones de la ciudad. Porque la oferta de este Puente de Mayo invita al visitante a degustar menús creados exclusivamente para el gran evento en armonía con los vinos citados.
La iniciativa surge de la mano de Vinhoy, empresa dedicada a crear sensaciones alrededor del mundo del vino, que ha conseguido -junto con el apoyo de todo el sector de la restauración de Sigüenza-, crear un evento en que se escucharán, se degustarán y catarán las notas de Jazz en cada rincón.
Hoy vengo a descubrir la propuesta del Restaurante El Doncel, el menú ‘Vicente Borland’ es el seleccionado por el chef Enrique Pérez que antes de trabajar en su restaurante pasó por Zalacaín a las órdenes de Benjamín Urdiain y más tarde por el Hotel Ritz en el certamen de cocina regional.
Realiza sus prácticas en Restaurante “Rodero” en Pamplona a la órdenes de Koldo Rodero antes de tomar las riendas del negocio familiar junto a su hermano Eduardo.
En sus ‘primeros acordes’ de entrantes disfrutamos de Papel de arroz y curry, Aceitunas Kimbo rellenas de gel de vermouth Campari y Piruletas de queso manchego y orégano.
Para comenzar nuestra comida Eduardo nos propone el vino De Alberto Gutiérrez de Rueda, 100% Verdejo. D.O.Rueda. Seco, de un singular color amarillo pajizo y reflejos verdosos. Intenso en nariz, donde destacan aromas frutales con tonos de heno y recuerdos anisados. En boca es fresco y de larga persistencia.
Comenzamos con una Sardina Ahumada y Foie, y el chef marca su territorio, si quería impresionarme lo ha conseguido, delicioso plato de exquisita composición en aroma, sabor y presentación. Sobre el delicado plato de cristal la reflexión de la luz lo convierte en algo mágico.
Seguimos con un Torrezno 4 X 4, un divertido plato crujiente como no podía ser de otra manera, sabor y textura para rendir tributo a un producto muy apreciado en nuestro país y que Enrique ensalza y dignifica elevando a la alta cocina.
Seguimos con un Carpaccio de corzo con aceite de verdeja y helado de tomillo. Producto y sabor en un plato que funde dos temperaturas, notas de emoción.
Un Ravioli de Seta de Cardo muestra la destreza del chef con el producto italiano con sabores de la tierra.
Ahora Eduardo nos sirve un Azpilicueta Crianza 2011, elaborado con 85% Tempranillo, 10% Graciano, 5% Mazuelo. De color rojo cereza, de buena intensidad, vivaz con destellos dorados. Limpio y brillante. La nariz es perfumada donde destacan las notas de fruta, sobre un fondo de madera tostada y suaves aromas de vainilla, coco y especias.
Y entra en armonía con un sutil bocado, Patata, huevo y trufa, nuevamente el chef juega con texturas diferentes de sabores y aromas puros, apegados a la tierra, en fusión perfecta.
El pescado se presenta en forma de un bien cocinado Lomo de bacalao confitado a baja temperatura y pisto manchego, abre en lascas demostrando nuevamente la calidad de la materia prima.
Los principales continúan con una Albondiga de Jabalí, aquí se ama la caza, tierra de buen lance cinegético que se muestra en los platos de Enrique.
También con cuerpo y sabor rotundo llega un Taco de buey con mantequilla de ajos negros y patata a la canela, un cierre de lujo para dar paso al momento dulce.
Y terminamos con un Culán de Chocolate con Helado de Mango, un clásico que el chef borda.
Me marcho con la satisfacción de una comida redonda, visité el restaurante de esta familia en otros tiempos, hoy Enrique con su dominio de la cocina y Eduardo con su servicio exquisito en sala me han demostrado que en Sigüenza huele a estrella Michelin. Regresaré pronto para conocer más sobre esta fascinante gastronomía y os contaré en mi siguiente post la historia de ese interesante cuadro que tiene una gran historia en su lienzo.
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