Pasear por las calles de Castre nos descubrirá también una arquitectura medieval conservada de forma envidiable.
En estas calles todavía podemos ver las reminiscencias del occitano o lengua de oc.
Una sorpresa tenemos en el día de hoy, visitamos uno de esos mercados que tanto me fascinan y que están presentes en todos los pueblos y ciudades de Francia.
Frutas, verduras, pan, embutidos… de todo podemos encontrar en estos mercados de pequeños productores que mueven sus mercancías en pequeños puestos ambulantes.
Y de todos ellos el que más me llama la atención es por supuesto el de los quesos, un simpático y profesional quesero me muestra algunas de sus piezas lácteas francesas. Para todos mis amigos y seguidores queseros aquí va una andanada de exquisiteces francas y vasco-francesas.
Ante tanta maravilla tendré que sucumbir y llevarme a España una selección muy acertada, un Brebis Basque, un Comté de 24 meses, un Mt D´or y un St. Nectaire.
Tanto queso nos da mucha hambre y nos ponemos de nuevo en ruta para alcanzar nuestro próximo objetivo, la población de Sorèze que guarda un secreto gastronómico muy tradicional. Hoy comemos en el Restaurante Le Tournesel .
El entrante ha sido exquisito pero el objetivo de nuestra visita es probar su muy famoso Cassolette, un potente y muy sabroso plato que vienen muchos a comer aquí desde muy lejos.
Gigi nos cuenta la composición de su Cassolette, una salchicha de Toulouse por persona, un confit de pato por persona y judías blancas. Se cocina todo separado, se une, y se pone pan rallado en la parte superior para meterse al horno y darle el punto final, el resultado es sencillamente espectacular, sin duda contundente pero muy sabroso.
A la hora de los postres somos espectadores y catadores de todo un desfile de clásicos muy bien elaborados, comenzando por un Biscuit de Higos.
Una Crème Brûlèe sigue al anterior con perfecta preparación y gustoso marcado de azúcar.
Y terminamos con unos Profiteroles que dan fin a nuestra comida en este entrañable y muy casero lugar.
Me despido de Gigi, la cocinera que nos ha mostrado su arte en los pucheros, le agradezco su simpatía y hospitalidad y quedo en volver para ver si le consigo sacar ese ingrediente que me falta de su ensalada.
Última foto con Gigi y mis compañeros de viaje al calor de la chimenea en el Restaurante Le Tournesel.
Terminamos el día con la visita a un lugar muy especial, se trata de la Escuela militar de Sorèze.
Aquí estudiaron los hijos de nobles y familias destacadas de la época. En el edificio se pueden encontrar algunas fotos realmente curiosas que muestran el paso del tiempo y las vivencias entre estas paredes.
La curiosidad de la escuela es que su formación estaba basada en conceptos humanistas y artísticos.
En otra foto genial se pueden ver a los distintos empleados de la Escuela, dingo equipo de una película de Fellini.
Estas curiosas sillas/orinal son las originales que tenían los estudiantes de esta singular escuela, algunas fotos de ellos han quedado en lo que hoy es un museo-restaurante que puede ser visitado.
La hora de mi vuelo de regreso a España se acerca, con este bucólico jardín donde estos jóvenes estudiante/militares debieron vivir mil y una aventuras cierro mi retina en esta ruta de Le Tarn. Han sido tres intensos y fascinantes días que me dejan muchas vivencias y conocimientos adquiridos, una vez más Francia me lo ha dado todo. Sirva esta último día de ruta como homenaje y agradecimiento al Departamento de Turismo de Le Tarn y a todos mis compañeros de viaje: Mélanie Degoy, Esther García, Javier de Castro, Eva Vincens y Cristina Alcalá ¡Gracias a todos ellos, espero volver a vivir pronto otro viaje con vosotros!
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