Dicen que el teatro está desapareciendo, dicen que a algunos gobiernos no les interesa la cultura, dicen que los tiempos están cambiando. A pesar de ello siempre tendremos la suerte de contar con espíritus libres que nos alegrarán con las genialidades de escritores, dramaturgos y esas gentes de mal vivir. Ayer tuve el placer de asistir a una obra compuesta de retazos teatrales, os lo cuento.
Un espacio singular al lado de la Plaza del dos de mayo (Sala Tú) donde el público está muy próximo a los actores, donde les puedes oír respirar desde tu asiento, silla, sillón o lo que te toque. Los actores se mueven en un cuadrado de 5 X 5 metros, la decoración se basa en una cajón, una mesa y una silla. En ese micro espacio se suceden geniales Retazos Jardiel y CIA o lo que es lo mismo partes de distintas obras del genial maestro del teatro del absurdo Jardiel Poncela y de Alfonso Zurro.
Los actores interpretan varios personajes que se encuentran en apretadas circustancias, las que el genial escritor creó desde 1919. Una polifacética Mar Gallego interpretaba a un japonés para pasar a un divertido joven vestido de marinero.
Escenas costumbristas de un Madrid chulapo en comparación con la época actual, la genialidad de Jardiel se caracteriza por ser atemporal, sus ideas, planteamientos sociales y humorísticas escenas son del todo vigentes. Con un simple cambio de vestuario los actores llenan el espacio desnudo, el humor lo llena todo.
Una determinante Mariví Juncos interpretaba un divertido personaje que ponía en aprietos a la muerte, nuevamente el escenario está lleno con la presencia de dos actores. La muerte interpretada por el director del Grupo de Teatro de la Universidad de Tomás Moro, Juan Antonio Molina es uno de los personajes más apreciados por Jardiel. Su profunda voz estaba en sintonía con el personaje.
Ernesto Lowemberg en el papel de padre preocupado por la virilidad de su hijo, lo entrega a una profesional de amor para que le introduzca en el sutil mundo de la seducción. El hijo interpretado por Mar Gallego vestida de niño de la época (marinerito) hace de nuevo otra brillante interpretación junto a un Ernesto entregado en la escena que llega a convencer a los presentes de la importancia de sus actos.
Una genial interpretación de todos los integrantes del Grupo de Teatro de la Universidad de Tomás Moro. Lo mejor de esta obra es que únicamente se interpretó en el día de ayer y mucho mejor, los integrantes hacían por primera vez esta obra ante el público, a excepción del director, enhorabuena a todo ellos ¡Viva el teatro sin fronteras y viva los valientes que lo interpretan, va por ellos!
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